- Es cierto que te hemos dado la Abundancia.*
- Por eso reza a tu Señor y ofrece sacrificios.
- Porque es quien te detesta, el que no tendrá posteridad.**
**Esta aleya descendió acerca de al-Asi b. Wail, que llamó al Profeta salla Allahu 'alayhi wasallam, 'abtar', que en árabe se aplica al que no tiene posteridad; es decir, al que carece de hijos varones, en alusión a la muerte de uno de sus hijos.
'abtar' la raíz de esta palabra significa cortar, y a un animal sin cola se le llama 'abtar'. También significa el que está privado o separado de todo bien, de modo que la aleya podría haberse traducido también así: "Porque es quien te detesta, el que está separado de todo bien"
- Esta sura permite lanzar una mirada a la vida del Profeta y al curso de su misión durante la primera etapa de La Meca. Nos habla de los ataques y las injurias dirigidos contra el Enviado de Dios salla Allahu 'alayhi wa sallam y contra su mensaje. Y es, además un prueba de la protección que Dios dispensa a los fieles en su lucha, al equiparles con las armas de la perseverancia, de la sabia discreción en los momentos adecuados y de las más hermosas promesas para el futuro, mientras que amenaza a sus adversarios con un espantoso destino. Este texto simboliza, pues, la realidad de la recta guía, de la bondad y de la fe por un lado, y del extravío, el mal y la incredulidad por un lado. Surgen así la abundancia, la plenitud del bien y la bondad en permanente expansión, contrapuestas a la escasez, la disminución constante de recursos y la aniquilación.
- Es Dios quien nos envía estas bendiciones y únicamente a Él debemos dirigirnos en nuestras oraciones, en nuestra gratitud y en nuestra disposición al sacrificio. El término nahr aquí empleado significa, en su estricto sentido ritual, el sacrificio de animales. Pero este ritual tiene un carácter puramente simbólico. En el fondo subyace un profundo sentido espiritual: con la carne de la víctima sacrificada se da de comer a los pobres y el sacrificio en sí es símbolo de la autoentrega de nuestro corazón.
- El oído y la malevolencia son sentimientos que socavan la cooperación en este mundo. Los paganos de la Meca dieron palpables y evidentes muestras de su aversión personal y de su oído al Profeta salla Allahu 'alayhi wa sallam cuando lo escarnecieron con ocasión de la muerte de los hijos varones de su matrimonio con Khadija. Pero, ¿Qué les aconteció, al cabo de muy poco tiempo, a aquellos ignomiciosos difamadores, cuando la luz divina brilló con más claridad que en ningún otro momento anterior? Fueron ellos los que vieron fallidas todas las esperanzas que habrían depositado en el futuro.