“El Mensajero de Allah (salla Allahu 'alayhi wa Sallam), dijo: “Este mundo es una cárcel para el creyente y un Paraíso para el no creyente”. (Muslim)

"Busqué entre todos mis amigos y no encontré mejor amigo que el que guarda su lengua, pensé sobre la vestimenta y no encontré mejor vestido que la piedad, pensé en todos los tipos de riqueza, pero no encontré mejor satisfacción que en algo pequeño, pensé en todos las clases de buenas obras, y no encontré nada mejor que dar buenos consejos, busqué en todos los tipos de sustentos, y no encontré nada mejor para sustentarme que la paciencia." Umar ibn al Jattab (que Allah este satisfecho de él).

Sura 110 (An-Nasr)- De la victoria

En el nombre de Allah. El Misericordioso. El Compasivo.

  1. Cuando llegue la victoria de Allah y la conquista
  2. y veas a la gente entrar por grupos en la adoración de Allah.
  3. Glorifica a tu Señor con Su alabanza y pídele perdón. El siempre acepta a quien a El se vuelve.

  • (1, 2) El Profeta salla Allahu 'alayhi wa sallam, perseguido y expulsado de La Meca, emigró a Medina. En esta ciudad se agruparon a su alrededor todas las personas sinceras y veraces y los esfuerzos de los coraishíes y de sus aliados por darle muerte a él y a sus seguidores recayeron sobre sus propias cabezas. Poco a poco fueron alistándose bajo la bandera del Islam un gran número de hombre precodentes de todas las regiones de Arabia. La conquista incruenta de La Meca fue la coronación y la recompensa a su paciencia y a sus infatigables esfuerzos. A continuación, tribus y regiones enteras prestaron juramento de fidelidad al Profeta salla Allahu 'alayhi wa sallam y antes de que hubiera llegado a su término su misión en la tierra estaba ya abonado su terreno para la difusión del mensaje islámico por todo el mundo. De donde se sigue que no es la autoglorificación humana lo que cuenta si no la humildad, no el afán de poder sino la disposición al servicio, no la satisfacción del egoísmo y de la altivez humana sino el reconocimiento agradeciido de que toda victoria debe ser atribuida en exclusiva a la gracia y la misericordia divinas. ¿Puede haber entonces otra respuesta por parte del hombre que no sea la de la gratitud la alabanza a Dios con obras y palabras?
  • (2, 3) Suplicar perdón en el momento mismo del triunfo trae a la conciencia del hombre el recuerdo de ssu imperfección y de su debilidad, en lugar de entregarse -como sería lo natural en esta situación- a sentimientos de superioridad y de arrogancia. Hay aquí, al mismo tiempo, una garantía para los vencidos de que nunca serán víctimas de un tirano. El vencedor comprende que ha actuado no por su propio poder, sino por mandato de Dios, para conseguir un determinado objetivo: comprende que el triunfo sólo corresponde a Dios y que a Él debe retornar. éste es el alto ideal a que el Corán invita a los hombres, un ideal en el que la grandeza humana radica en que la soberbia queda postergada y el alma se libera de la esclavitud frente a todos los demás, salvo Dios. El objetivo consiste en desatar al alma de las cadenas del egoísmo, de modo que su único deseo sea ya sólo alcanzar el agrado de Dios. Codo a codo con este deseo debe ir un esfuerzo renovado en pro del bienestar de la humanidad en el mundo y del auténtico progreso de la civilización. Pero sólo será posible llegar a esta meta si se logra implantar una dirección recta, irreprochable, constructivay justa, que cumple con su deber en cuanto que sólo sirve a Dios y sólo se somete a la voluntad divina.

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